domingo, 15 de diciembre de 2013

Ohh my god!!!

Tiene 5 años, es mi sobrino. Estábamos en su casa reunidos, viajamos para ver a su hermanita en la presentación de su baile de fin de año. Viajamos mi mamá y yo, también estaba la otra abuela y su prima mayor de 11 años. Eran como las 7:00p.m ya era de noche, estaban la prima, una vecinita y mi sobrino jugando al brinca brinca, pero se aburrieron entonces él sacó su helicóptero de control remoto. Desde pequeñito su papá que es súper aficionado al tema, le ha enseñado a volar estos aparaticos, y a mi sobrino le encanta jugar con el que le regaló su abuela.
Él juega perfectamente con niños y niñas de más edad, siempre se ha relacionado así, como si tuviera un alma de un señor grande, dentro de ese cuerpito de niño. Su prima mayor comenzó, intentó volar el aparato y bueno después de un intento de vuelo corto, lo estrelló. Luego su vecinita también mayor que él, intentó volar el juguete y tampoco lo logró.
Mientras tanto las abuelas y yo estábamos sentadas en la sala que mira a la piscina observando el juego, y como estaban muy cerca de la piscina, les pedimos se que se acercaran un poco a la casa. Mi sobrino, les dijo a las niñas que ellas no sabían manejar ese juguete: “Yo si se manejar el helicóptero miren”, lo agarró con su mano izquierda mientras con la derecha sostenía el control remoto. Tomó el helicóptero delicadamente con su mano izquierda y con sólo la mano derecha manejó el control remoto y el helicóptero comenzó a volar. Yo creo que todas las cinco observadoras quedamos con la boca abierta….WOW….luego tomó el control con ambas manos y voló su helicóptero con maestría, cada vez más alto y más alto y más alto….y siguió más alto. Hasta que una tensión silenciosa nos embargó, él miró de reojo a las niñas que estaban a su lado y en voz alta y preocupada dijo: “ohh my god!”.
Todas entendimos, el helicóptero se le había ido al techo de la casa y no podía hacer nada, porque no le llegaba la señal. La situación era única, de risa y preocupación, pero no nos podíamos reír, debíamos ayudar!
Las abuelas y yo nos paramos a ayudar, hasta una vecina que estaba cerca se ofreció a intentar bajar el juguete del techo. Salió la empleada, las abuelas, la vecina, las dos niñas y la tia, con escalera y linterna, tratamos de resolver el incidente para que cuando llegaran su papá y mamá, todo estuviera perfecto. Pero nuestras maniobras no dieron frutos, después de intentarlo varias veces, decidimos esperar a que cuando llegara el papá resolviera la situación, subiéndose al techo.
El niño en voz alta y con preocupación dijo: “hmmm mi papá me va a matar”. Entonces toda esa cantidad de viejas lo miramos, y su tita (la mamá de su papá), salió al rescate y le dijo: “no te preocupes yo no dejo que te digan nada, esta noche no le decimos al papá, le decimos mañana”, entonces el niño se sintió más aliviado. Mientras todas nos mirábamos con una risa interna que quería explotar.
Yo como soy la tía, y a veces alcagueta…me sentí muy orgullosa de todo el evento, como con tanto aplomo asumió ser el protagonista del show para todas esas mujeres al rededor, el experto! y como con tanto aplomo nos llevó al caos y luego nos unió en su rescate.
Me acerqué y con orgullo, en tono de charla con unas sonrisas de complicidad, le dije: “hmmmm dime la verdad, yo creo que tú estabas pensando que no era un helicóptero, que era una nave espacial y por eso la aterrizaste por allá en la luna” entonces nos reímos y chocamos los cinco! Por supuesto, cerrando con la ya inmortalizada frase de mi sobrino: ohh my god!